jueves, 7 de abril de 2011

LA "LIBERTAD" DEL SIGLO XXI

Sería ridículo afirmar que no hemos evolucionado nada desde el siglo pasado y una completa sandez el considerar que no hemos conseguido alcanzar una libertad democrática en todos los ámbitos de nuestra vida. Pero a mi modo de entender el tema que abarcamos en este ensayo, también sería presuntuoso el creer que hemos eliminado de nuestra existencia todos los errores cometidos en la antigüedad y por supuesto podríamos describir como falsos aquellos fundamentos que defiendan la democracia actual como un modo político completo, íntegro e inmejorable.

En pocos años hemos dado pasos de gigante, consiguiendo numerosos progresos en materia política e ideológica impensables hace tan solo cinco décadas.
Ahora la sociedad y sus representantes luchan por hacer realidad los valores de igualdad, respeto y libertad que poco a poco han ido apareciendo como cimientos necesarios en nuestra sociedad. Ejemplo del esfuerzo que muchos han llevado a cabo, para conseguir que estos términos aparezcan como algo más que palabras en nuestro diccionario, es el conocido “Manifiesto de Euston”. Se trata de una declaración de principios realizada por un grupo de intelectuales de izquierda. En éste se tratan temas tan importantes como los derechos humanos, el internacionalismo o la apertura crítica, inconcebibles en épocas tan aledañas como en las que se vivieron la segunda guerra mundial o la guerra fría.
La evolución de la sociedad nos ha permitido disfrutar de estos principios. El aperturismo crítico nunca antes había existido. Ya desde la guerra fría, los izquierdistas defendían  sus ideales, rechazando cualquier opinión o pensamiento que viniera de su opuesto. Y lo mismo ocurría a la inversa.  En la actualidad, aunque no se ha logrado una apertura total, se puede apreciar como cada vez mas, izquierda y derecha, se tienden la mano entre ellos para solucionar de una forma más eficaz los verdaderos males que nos ha tocado vivir a lo largo del todavía joven siglo XXI.
Hay que decir que en ocasiones esta alianza no ha servido de nada, porque cada uno busca sus propios intereses y en esos casos los puentes entre ambos bandos no sirven más que para crear disputas y luchas, que retrasan más la toma de decisiones necesaria para la solución de los problemas que atañen a la sociedad actual.
Aún así, lo importante es que hay un avance y que poco a poco vamos consiguiendo esa apertura que defienden los progresistas en el manifiesto antes mencionado.

Actualmente la mayoría de países europeos detentan una democracia capitalista, heredera del modelo económico-político estadounidense. Los cambios que el tiempo ha producido en la sociedad han llevado a implantar este sistema librecambista en la mayor parte del planeta.  Además se han aumentado en proporciones desmesuradas nuestra libertad de expresión, pensamiento y actuación, pero no es todo tan bonito como parece. Como decíamos en los primeros párrafos, este desarrollo no es completo, ni mucho menos perfecto.
Existen todavía casos de represión y tiranía que hacen del Manifiesto de Euston  una meta por alcanzar. Opino que no estoy del todo equivocado cuando afirmo que en muchas ocasiones la libertad que creemos tener, no es más que una  independencia disfrazada por los grandes avances tecnológicos y sociales que hemos logrado durante este último siglo. Los ciudadanos estamos expuestos a un despotismo encubierto que nos dice como tenemos que pensar, como debemos actuar, qué está bien y que está mal. Todo ello guiado al buen mantenimiento de ese “capitalismo liberal”  que todos defendemos sin argumentos, ni conocimiento.
La cúspide de ese totalitarismo la encontramos al otro lado del Atlántico, el gobierno estadounidense, quién dirige ese modelo económico y político a través de diferentes instrumentos de presión, como puede ser los medios de comunicación o el imaginario social y cultural que trasmiten desde allí y que toda la sociedad acoge como valores únicos y verdaderos.
Como podemos apreciar no es tan diferente en el contenido,  el absolutismo que se vivía en la antigua URSS y el que hoy día protagonizan los EEUU.  El primero buscaba expandir sus ideales al igual que hacen hoy día los norteamericanos. Es cierto, que las formas han cambiado radicalmente, tal vez producto de la evolución que comentábamos anteriormente. En la antigüedad se vivía una coacción que no hacía falta camuflar; ejemplo de ello el bloqueo que la URSS llevó a cabo en su territorio, a veces metafórico y otras veces físico (el muro de Berlín, 1961) para evitar el contagio de ideales capitalistas y así poder inundar sus pueblos con propaganda Pro comunista, que le ayudaría a asentarse en el poder de todo el este de Europa.  El desarrollo en la mentalidad de la sociedad ha hecho que esa tiranía cambie de forma pero no que desaparezca.
De esta manera EEUU se está haciendo con el control de todos los países europeos y está consiguiendo la hegemonía mundial tan deseada. Los métodos que está utilizando, es verdad que no son tan descarados como los vividos en el bloque soviético durante la guerra fría, pero no por ello son menos reprochables.  Ya sus planes económicos para la reparación de Europa tras la segunda guerra mundial iban destinados a conseguir ese puesto como primera potencia mundial. Era una forma de que todos los países acataran su modelo económico y así quedaran supeditados al control americano. Otras actuaciones fueron menos éticas. Intervenciones como las pertrechadas en Irak o Palestina, innecesarias desde mi punto de vista, también nacieron con un objetivo primordial, el control petrolífero de la zona, que supone tener controlado a la mayor parte del mundo, que necesita de este importante recurso energético.
Lo peor de este hecho es que todos somos conscientes de él, pero nadie lo describe como injusto, infame o cruel. Podemos afirmar entonces que el lavado de cerebro que nos viene desde EEUU y a través de nuestros propios medios de comunicación está haciendo su efecto.
Sin darnos cuenta y siempre guiados por la cúspide que se encuentra al otro lado del charco, estamos defendiendo un modelo que se caracteriza por sus profundas desigualdades de riquezas y salarios y por la supervivencia de privilegios inmerecidos.

Desde mi punto de vista y “siempre de acuerdo” con el ANTIAMERICANISMO que defiende el manifiesto de Euston, pienso que deberíamos deshacernos de esa cuerda transatlántica que nos obliga a admirar, imitar y respaldar todas las actuaciones norteamericanas. Aunque siempre es bueno adquirir y adaptar aquellos aspectos beneficiosos para la economía mundo y para el buen entendimiento político y social, no es necesario defender todas las intervenciones estadounidenses, como si se tratara de devolver el favor que nos hacen dejándonos utilizar un modelo político y económico, del que se piensan creadores, pero que desde mi punto de vista es producto de una evolución conjunta de toda la sociedad.