domingo, 6 de febrero de 2011

ASESINATO CONSENTIDO

       Hoy todos lloramos la pérdida de Mosameet Hena, una joven de 14 años, nacida en Bangladesh, acusada de mantener una relación ilícita con su primo y castigada a recibir un centenar de azotes que finalmente terminaron por acabar con su vida.

       Mosameet aguantó como una verdadera heroína ochenta de los cien latigazos que tenía como castigo al haber mantenido una supuesta relación con su primo, cuya edad triplicaba la de la joven victima. Supuesta relación porque según fuentes cercanas a la familia no existió tal vínculo, sino que se trató de una agresión sexual por parte de dicho familiar hacia la adolescente.
La niña fue acusada por un tribunal local, todavía regido por normas religiosas. Dichos tribunales, también conocidos como salísh, están prohibidos por ley,  aunque siguen existiendo en las pequeñas localidades que conforman Bangladesh, suponiendo para la sociedad del país una vida llena de restricciones y peligros, más típica de la época de Atapuerca que del siglo XXI.
Pero no se puede argumentar que este suceso venga dado por un problema de la ideología del país o de la estructuración político-religiosa de éste. Nos encontramos ante un problema de moral, ya que incluso el hombre más anticuado, creyente y practicante con una ética construida sobre las bases del respeto y la libertad sería incapaz de golpear a una joven inocente hasta su muerte.
No puede dejar de sorprendernos que un conjunto de la sociedad tan grande todavía viva supeditada a unas normas que solo pueden ser calificadas como arcaicas. Más aún nos tiene que impresionar la cruel forma en la que la joven fue “asesinada”. Poco a poco...un topetazo tras otro... hasta que el cuerpo no aguantó más y terminó por desplomarse sobre su propia sangre.

       Cada uno de los latigazos que le fueron propinados a la joven muchacha muestran todo un conglomerado de prejuicios con los que conviven en este tipo de sociedades atrasadas y retrógradas. Cada golpe demuestra el sufrimiento, no solo de una niña, sino de toda una sociedad que vive bajo las imposiciones de un supuesto Dios que más que proteger, perjudica a quién le sigue.

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