jueves, 3 de febrero de 2011

¡Despedida!


    ¿Hay algo peor que ser despedido? En la época que nos ha tocado vivir, donde la palabra crisis resuena en todos  los hogares del mundo, el ser expulsado de tu trabajo puede ser considerado como la peor noticia que puedes recibir.
Sara, 25 años, un coche recién comprado y una hipoteca que perfectamente puede duplicar la edad que tiene. Después de tres años trabajando para su empresa ha sido destituida de forma inesperada. ¿Y los motivos? Ahora ya no son necesarios.  

    Comenzó como auxiliar administrativa y trabajó concienzudamente durante los tres años. Realizaba su trabajo a la perfección e incluso sobrepasaba sus responsabilidades para destacar en su puesto. Todo estaba saliendo bien, sus jefes la apreciaban, sus compañeros la tenían mucha estima y ella se sentía realizada.
Pero todo cambió tras la reforma laboral. La situación dio un giro de 360 grados.
Sara se dio cuenta de que algo extraño estaba ocurriendo. Sus compañeros estaban siendo despedidos uno a uno y sustituidos por otras personas recién contratadas. Pero… ¿Le interesan más a una empresa los trabajadores novatos, antes que los que detentan la suficiente antigüedad como para ser más productivos que los primeros?
La respuesta para mí o para cualquiera de vosotros sería sencilla sin la existencia de la citada reforma laboral. Pero lo que ahora no es de interés para una empresa es tener empleados con el contrato laboral antiguo, por el cual en caso de despido se les tendría que pagar una indemnización muy elevada a la par que justa.  Ahora se le da el poder al empresario de despedir cuando y a quién quiera, bajo la ley que expresa que a un trabajador se le pagará un finiquito de ocho días por año trabajado. 
Sabiendo esto es entendible el despido de Sara para su inmediata sustitución por alguien  que firmará el contrato nuevo, suponiendo para la empresa la tranquilidad de que en caso de despido no tendrán que desembolsar una gran cantidad.


    Lo peor de todo esto es, que la joven fue destituida sin recibir la imdendización que la correspondía por todos esos años trabajados. Es impresionante ver como una persona es forzada a firmar un despido voluntario bajo coacción por parte de los jefes que tanto la apreciaban.  Los mismos que meses antes la felicitaban por su organización y por su capacidad para la venta, ahora la obligaban a firmar un despido, que podría calificar de muchas formas, pero que resumo con la palabra INJUSTO.
Bajo la amenaza de denuncia por parte de la empresa por la supuesta pérdida de varios contratos de compra-venta, y digo supuesta porque particularmente no me lo creo, Sara no tuvo más remedio que firmar y renunciar al dinero que durante tres años se había ganado a pulso.

   Demos gracias pues a esta nueva reforma laboral que nos protege a todos y a cada uno de los trabajadores, que apremia a los que se han dejado la piel durante años por levantar una empresa y que nos asegura un futuro próspero y estable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario